Por Mariana Lara Palacios.
“Sueño Futuro”... bonita frase, bien pensada, por supuesto. Además, bien mercadeada. Lástima que esos sueños no solo son de humo, sino que no son para todos.
A mí no me vendió la idea, Emilio Méndez. Y lamento estar en desacuerdo con muchos que pensaron que éste evento que tuvo lugar el Domingo pasado, fué una idea genial. Pero no escribo éste blog para caerle bien a la gente, sino para denunciar lo que a mi parecer es injusto, incorrecto y perjudicial para el desarrollo de Guatemala.
Según lo que dice su sitio en la red, ésta idea del señor empresario, promotor de arte y cultura, salvador de Guate y casi que clarividente, tuvo el propósito de “...experimentar por primera vez, las 8 manzanas del nuevo Parque Cultural Miguel Ángel Asturias. Una invitación para celebrar la creatividad guatemalteca y descubrir en un mismo lugar, las propuestas más innovadoras que ya están cambiando el rumbo de Guatemala.” Aparte de proclamar que era para “...construir juntos la visión de futuro de Guatemala.”
No asistí a dicho evento. Claro, porque no estoy en Guatemala, pero aun si lo hubiera
estado, no hubiera podido ir, porque para entrar se necesitaba invitación.
Me parece tan contradictorio el hecho de que ésta iniciativa que supuestamente tenía por objeto construir “juntos” la visión de futuro de Guatemala, incluía solo a un sector muy reducido de la sociedad. La élite, claro está. Lo digo con hecho conocido, pues me tomé a la tarea de revisar cuántos pases de cortesía se habían otorgado a la población que no entra en el grupo selecto de amistades del señor Méndez. Se dieron 12 como máximo, de las miles de personas que asistieron.
Y la pregunta es, ¿cómo podemos soñar y construir un futuro para Guatemala todos juntos, si en las cosas más pequeñas somos excluyentes? A veces quiero pensar que hay personas que tienen buenas intenciones y que quizás es falta de conciencia, de exceso de “ruido”, que impide analizar a fondo las cosas. Pero otras veces, mi yo interior me dice que no sea ingenua, que mantener marginados a la mayoría de la población es lo ideal para los que aun se creen caciques, en medio de una horda de pobres ignorantes.
En el caso de Emilio Méndez, creo que es lo último, pues aunque se nos presente con su carita de “yo no fui”, la Guatemala que tiene en mente es una que le sirva de palestra y en la que en algunos ámbitos él debe tener la última palabra. Y para muestra, un botón. No es un secreto, que cuando los dueños del pequeño restaurante que está a un costado de uno de sus cafés en la “Zona Viva” empezó a tener una cierta clientela y sus crepas empezaron a cobrar fama, los quiso sacar del mercado utilizando sus influencias con los proveedores de esa famosa pasta de chocolate con avellanas, para que ya no les vendieran al por mayor... ¡Qué bajeza!
Volviendo a la fiesta privada de “Soñé Futuro”, también se hizo alarde de innovación, de cómo con nuevas iniciativas se estaba cambiando Guatemala, la feria verde, etc...
Si innovación le llama a la venta de galletas de perro, estuches para celular y adornos navideños hechos de material reciclado, entre otros,... mucho le falta a él de visionario. En ese caso, le debió llamar al evento, feria de emprendedores y no burlarse de la población que también tiene sueños, pero que lamentablemente y desde corta edad sabe que no los podrá hacer realidad.
La innovación que cambiará Guatemala es la que apuesta por la transformación, la búsqueda de soluciones a problemas reales, pues está claro que a como vamos, el futuro no está por verse color cielo.
Personalmente, he sabido de algunas propuestas en el interior de la República, gente que con sus escasos recursos se las ha ingeniado, por ejemplo, para proveer de energía a su comunidad utilizando el estiércol de animales y botes plásticos. Esa es una verdadera innovación social, algo que ha cambiado la vida de esa comunidad, personas que lo único que quieren es poder tener luz en sus covachas y electricidad para cocinar sus frijoles. Estoy segura que para lograr esto no se necesita caminar por la alfombra roja para ver un desfile de modas y comprar adornos navideños.
De iniciativas como la anterior, se habría aprendido mucho. Pero, ¿se abrió la exhibición de innovaciones a toda la población? Según tengo entendido, los participantes también fueron invitados...
Si ésta es la visión del futuro de Guatemala del señor Méndez, qué reducida, excluyente y patética es.
Mejor que siga tomando vinito, mientras hace negocios y promueve artistas. No tengo nada en contra de los empresarios exitosos, toda vez que sean honestos. A decir verdad, me gusta la decoración de algunos de los cafés Saúl, su comida no me gusta para nada y sus tacuches no son cosa del otro mundo.
Pero lo que no soporto es que se engañe a la gente. No es usted ni la más mínima parte de la solución a los problemas actuales o futuros de Guatemala. Es más, usted es parte del problema, señor vendedor de sueños.
“Sueño Futuro”... bonita frase, bien pensada, por supuesto. Además, bien mercadeada. Lástima que esos sueños no solo son de humo, sino que no son para todos.
A mí no me vendió la idea, Emilio Méndez. Y lamento estar en desacuerdo con muchos que pensaron que éste evento que tuvo lugar el Domingo pasado, fué una idea genial. Pero no escribo éste blog para caerle bien a la gente, sino para denunciar lo que a mi parecer es injusto, incorrecto y perjudicial para el desarrollo de Guatemala.
Según lo que dice su sitio en la red, ésta idea del señor empresario, promotor de arte y cultura, salvador de Guate y casi que clarividente, tuvo el propósito de “...experimentar por primera vez, las 8 manzanas del nuevo Parque Cultural Miguel Ángel Asturias. Una invitación para celebrar la creatividad guatemalteca y descubrir en un mismo lugar, las propuestas más innovadoras que ya están cambiando el rumbo de Guatemala.” Aparte de proclamar que era para “...construir juntos la visión de futuro de Guatemala.”
No asistí a dicho evento. Claro, porque no estoy en Guatemala, pero aun si lo hubiera
estado, no hubiera podido ir, porque para entrar se necesitaba invitación.
Me parece tan contradictorio el hecho de que ésta iniciativa que supuestamente tenía por objeto construir “juntos” la visión de futuro de Guatemala, incluía solo a un sector muy reducido de la sociedad. La élite, claro está. Lo digo con hecho conocido, pues me tomé a la tarea de revisar cuántos pases de cortesía se habían otorgado a la población que no entra en el grupo selecto de amistades del señor Méndez. Se dieron 12 como máximo, de las miles de personas que asistieron.
Y la pregunta es, ¿cómo podemos soñar y construir un futuro para Guatemala todos juntos, si en las cosas más pequeñas somos excluyentes? A veces quiero pensar que hay personas que tienen buenas intenciones y que quizás es falta de conciencia, de exceso de “ruido”, que impide analizar a fondo las cosas. Pero otras veces, mi yo interior me dice que no sea ingenua, que mantener marginados a la mayoría de la población es lo ideal para los que aun se creen caciques, en medio de una horda de pobres ignorantes.
En el caso de Emilio Méndez, creo que es lo último, pues aunque se nos presente con su carita de “yo no fui”, la Guatemala que tiene en mente es una que le sirva de palestra y en la que en algunos ámbitos él debe tener la última palabra. Y para muestra, un botón. No es un secreto, que cuando los dueños del pequeño restaurante que está a un costado de uno de sus cafés en la “Zona Viva” empezó a tener una cierta clientela y sus crepas empezaron a cobrar fama, los quiso sacar del mercado utilizando sus influencias con los proveedores de esa famosa pasta de chocolate con avellanas, para que ya no les vendieran al por mayor... ¡Qué bajeza!
Volviendo a la fiesta privada de “Soñé Futuro”, también se hizo alarde de innovación, de cómo con nuevas iniciativas se estaba cambiando Guatemala, la feria verde, etc...
Si innovación le llama a la venta de galletas de perro, estuches para celular y adornos navideños hechos de material reciclado, entre otros,... mucho le falta a él de visionario. En ese caso, le debió llamar al evento, feria de emprendedores y no burlarse de la población que también tiene sueños, pero que lamentablemente y desde corta edad sabe que no los podrá hacer realidad.
La innovación que cambiará Guatemala es la que apuesta por la transformación, la búsqueda de soluciones a problemas reales, pues está claro que a como vamos, el futuro no está por verse color cielo.
Personalmente, he sabido de algunas propuestas en el interior de la República, gente que con sus escasos recursos se las ha ingeniado, por ejemplo, para proveer de energía a su comunidad utilizando el estiércol de animales y botes plásticos. Esa es una verdadera innovación social, algo que ha cambiado la vida de esa comunidad, personas que lo único que quieren es poder tener luz en sus covachas y electricidad para cocinar sus frijoles. Estoy segura que para lograr esto no se necesita caminar por la alfombra roja para ver un desfile de modas y comprar adornos navideños.
De iniciativas como la anterior, se habría aprendido mucho. Pero, ¿se abrió la exhibición de innovaciones a toda la población? Según tengo entendido, los participantes también fueron invitados...
Si ésta es la visión del futuro de Guatemala del señor Méndez, qué reducida, excluyente y patética es.
Mejor que siga tomando vinito, mientras hace negocios y promueve artistas. No tengo nada en contra de los empresarios exitosos, toda vez que sean honestos. A decir verdad, me gusta la decoración de algunos de los cafés Saúl, su comida no me gusta para nada y sus tacuches no son cosa del otro mundo.
Pero lo que no soporto es que se engañe a la gente. No es usted ni la más mínima parte de la solución a los problemas actuales o futuros de Guatemala. Es más, usted es parte del problema, señor vendedor de sueños.