Lucho contra la sociedad que te quiere ver vestida como adulta, hipersexualizada con pantalones apretados, diseños de princesa y horrible brillantina, tratando de comprarte ropa sencilla y de varios colores, sin mensajes estereotipados, aunque tenga que incursionar en el departamento de niños...
Lucho contra el colegio que espera que estés siempre quietecita y que interactúes con los otros niños y niñas, cuando tu no quieres jugar lo que juegan y optas por jugar sola.
Lucho contra esa maestra que me dijo que eras agresiva, pero cuando le increpé sobre el niño que te había dado un puñetazo en el ojo, me dijo tan campante: -Ya sabe cómo son los niños-.
Yo lucho, Maya, para que cuando la gente te pregunta qué quieres ser de grande, no lo hagan de forma sugestiva diciendo cosas como: ¿No quisieras ser maestra? Leyéndote cada noche historias maravillosas de mujeres para las que hubo sí, muchos obstáculos e imposiciones, pero que siempre fueron fuertes y fieles a sí mismas, llevando a cabo su propio proyecto de vida.
Lucho contra los medios de comunicación que refuerzan maquiavélicamente los estereotipos de género, tratando de encontrar programas o películas constructivas, aunque tus amiguitas te insistan en ver “Barbie”.
Lucho contra conocidos que me dijeron que el karate que practicaste un par de meses es un deporte muy rudo para una niña.
Lucho contra otras niñas que te dicen que jugar fútbol es cosa de niños.
Lucho contra mi desgaste para enfocarme en investigar qué libros comprar, que te ayuden desde ya a pensar de forma crítica, aunque éstos lleguen 15 o 20 días después.
Lucho contra mí misma para desaprender y no enfatizar en cómo te ves diciéndote, qué linda estás, sino alabando tus buenas acciones y tus éxitos en el colegio.
Lucho para que a pesar de todo lo anterior, crezcas con alas propias haciendo lo que te guste y no lo que yo quisiera, porque te encanta el color rosa y detestaste el karate.
Solo quiero que seas tú misma, sin imposiciones, pero que tengas las herramientas necesarias para cuando te toque decidir sobre tu futuro.
Lucho... y me cansa. Muchas veces he bajado los brazos, sintiendo que el sistema patriarcal en el que vivimos es implacable, pero cuando un día mágico y sorpresivamente me dices que has pensado que te gustaría ser como esa señora sobre la que te leí (Eva Perón) para poder luchar por los más necesitados o científica como papá, para descubrir cosas, las lágrimas en la oscuridad de mi habitación son de redención y me confirman que a pesar de todo y todos, debo seguir luchando.
*Dedicado a mi hija Maya y a todas las niñas en su día.