De la construcción de nuestra identidad de género
Como feminista y en el marco de mi trabajo, me toca que dar talleres y formaciones sobre género. En estas formaciones, utilizo el género como un concepto descriptivo, analítico y político. Abordo el tema de la construcción de la identidad de género en hombres y mujeres y queda claro que la gran mayoría de personas que participan en estas formaciones, nunca antes se habían preguntado ni el porqué ni el cómo habían llegado a construir esa identidad, que no obstante es fundadora, básica y estratégica en definir no solo quienes somos sino sobre todo en cómo actuamos.
A mediado que vamos avanzando en la formación, me doy cuenta como ciertas personas inician ese proceso tan revelador de preguntarse el porque hombres y mujeres respondemos a patrones y estereotipos que nos inculcan desde nuestro nacimiento y que es perpetuado por ese sistema social, cultural, político y económico que las feministas tipificamos y llamamos el patriarcado. Empiezo entonces a que las personas participantes reflexionen desde su práctica y análisis sobre lo que se puede sintetizar con la frase celebre de Simone de Beauvoir "on ne nait pas femmes, on le devient" que traducido da algo así como 'no se nace mujer, se convierte en una'. Yo le añado directamente el homólogo masculino ya que también los hombres construyen su masculinidad desde los patrones y normas sociales y culturales en los cuales nacen y crecen para afirmar igualmente que 'no se nace hombre, se convierte en uno'. Nuestra identidad de género es pues un constructo social y cultural que debemos descubrir, decifrar, analizar, cuestionar críticamente y transformar permanentemente si queremos contribuir a cambiar las desigualdades existentes, no solo entre hombres y mujeres, también entre hombres, entre mujeres, entre clases sociales, etc.
De la construcción de nuestro pensamiento crítico
Para ello, se requiere tener la capacidad y apertura para tener un pensamiento y análisis crítico y auto-crítico. Existe, y lo comprendo bien, mucha resistencia en los talleres que doy, tanto de mujeres como de hombres, a la idea de tener que cuestionarse esa identidad fundadora de nuestra propia persona y sobre todo de empezar a descubrir nuestras propias incoherencias, tanto en nuestra práctica como en las ideas que tenemos de lo que es ser hombre y ser mujer. Veo entonces muchas personas reaccionar y analizar no desde el ser racional, sino desde el ser emocional ya que el miedo y la incertidumbre nos invade al tener que hacer esta clase de ejercicio mental. Esas ideas y normas que nos inculcan a las mujeres desde que nacemos que somos seres rosa, frágiles, dependientes y que necesitamos de un príncipe azul y del amor romántico para poder ser felices y desarrollar nuestro 'instincto maternal' y de cuido hacia los demás y que de una u otra forma, algunas más que otras, terminamos por aceptar y no cuestionar. Seguimos pues la norma y respondemos a lo que nuestra sociedad y cultura espera de nosotras. Ser madres, ser cuidadoras, ser esposas, ser dependientes. Esas ideas y normas que les inculcan a los hombres de tener que ser fuertes, violentos, no ser vulnerables, ser provedores, protectores e independientes y que igualmente, la gran mayoría de hombres terminan por aceptar y no cuestionar. Esto los empuja a ser personas con un gran isolamiento y analfabetismo emocional pero los hace responder a lo que la sociedad exige de ellos: seres competitivos, fuertes, independientes y violentos.
De la construcción de masa crítica para la transformación
Entonces viene la pregunta del mil: cómo hacemos para formar y auto formarnos a ser seres críticos, a formar masa crítica en general en una sociedad para poder transformarla? La mayoría de personas reaccionan y analizan desde lo emocional: lo que nos da seguridad, lo que no debemos cuestionar porque siempre ha sido así, lo que me confirma en lo que ya pienso y siento. Y esto es así para casi todos los ámbitos en los cuales nos movemos: en lo social (me junto con las personas que son cómo yo), en lo económico (consumo lo que la sociedad de consumo me propone y vende), en lo político (soy de derecha o izquierda porque mi padre o madre es de esa tendencia), etc. etc.etc. Por eso somos tan predicibles. No es porque seamos seres racionales con emociones sino seres emocionales con cierta racionalidad. Y esa racionalidad desgraciadamente en su gran mayoría no es una racionalidad crítica sino más bien todo lo contrario. Es por ello que es tan fácil manipular a las masas.
Lo que sí queda claro es que hay un sentimiento que hace reaccionar en forma colectiva hacia el cambio tranformador: la humillación de una nación y de un pueblo. Lo vemos ahora con lo que pasa en Grecia, país que vio nacer la democracia pero que ahora no es más que un país periférico de ese constructo político que es la Union Europea con sus políticas neoliberales asesinas. Lo vemos en Guatemala donde el pueblo está harto de tanta humillación por parte de sus propios gobernantes, elitistas e igual de asesinos.
Con la diferencia que Grecia tiene la gran dicha de contar con líderes fuertes que logran cohesionar y traducir el clamor popular en estrategias, políticas y propuestas. Esperemos que logren mantener el rumbo que han tomado y que David logre ganarle a Goliat.
En Guatemala, no queda claro aún si la lucha y el clamor popular logrará mantener el rumbo que han llevado con mucha valentia. El Goliat de Guatemala está claramente definido, es el David que aún hace falta. Hace falta masa crítica pues y personas capaces de cohesionar.