Lo saludo atentamente y lo felicito sinceramente por haber sido premiado (¡finalmente!) con el más grande galardón de la industria de Hollywood, el Oscar por su papel en la película de “El Renacido” de Alejandro González Iñarritú (mexicano y orgulloso de serlo).
Soy de Guatemala, un pequeño país de América Central del que usted probablemente habrá escuchado, pues hay muchos de mis compatriotas trabajando en su país. Estoy segura que más de alguno habrá realizado trabajos para usted, ya sea de forma directa o indirecta.
Debo confesarle que a pesar de que no soy su fan, ni soy fan de los Oscar, sí he visto algunas de sus películas y la mayoría me han gustado. Especialmente me gustó su papel en “El Lobo de Wall Street” y en “Django sin Cadenas”. Quizás no soy del tipo romántico, porque Titanic ¡la sentí interminable! Y la segunda vez que quisieron que la viera, salí corriendo.
Sin embargo, debo reconocer que lo que más me ha gustado de usted fue su discurso de aceptación del Oscar, en el cual hace mención a la importancia de hacer conciencia sobre el cambio climático, creado en gran parte por la avaricia de grandes corporaciones y el efecto de éste fenomeno sobre los pueblos indígenas. Muy atinado, porque medio ambiente y pueblos indígenas van de la mano, como usted bien lo ha de saber.
No sé si se pudo percatar, pero las redes sociales explotaron ese día al saber de su triunfo y resaltaron su discurso de aceptación.
Sin embargo, fue curioso ver cómo tantas personas estaban conmovidas con sus palabras, cuando han evidenciado en otras ocasiones que el tema de medio ambiente y pueblos indígenas les vale gorro (“valer gorro”, en lenguaje coloquial guatemalteco significa, no importarles nada).
Le cuento, tenemos en Guatemala ya desde hace muchos años conflictos sociales y de tierras en el interior del país. Las comunidades indígenas tienen una especial conexión con la tierra y la naturaleza, es parte de su cosmovisión, la cual muchos no llegan a entender; y de la economía de subsistencia, también ligada a su cultura. Créame, nadie es más orgánico, espiritual, ecológico y minimalista que ellos, aunque no sean llamados “hipsters” o sean considerados “trendy”.
Pocos se han preocupado de estas comunidades, por la grave discriminación, desigualdad y exclusión que existe en Guatemala y en la región, en general. No sólo los están sacando de sus tierras, sino que empresas transnacionales, en contubernio con autoridades y empresas locales, han hecho su Agosto (así decimos en Guatemala para referirnos a quien ha hecho el negocio de su vida) con mega proyectos de hidroeléctricas, mineras y plantaciones de palma africana y otros monocultivos. Ya sabe, tierra y mano de obra barata, recursos variados, impuestos bajos, informes de impacto ambiental manipulados, estudios de impacto social inexistentes, malinchismo y mucha corrupción. La fórmula mágica que han descubierto para aferrarse a nuestras tierras como tal garrapatas.
Como consecuencia de las acciones de estas empresas que expolian los recursos del país, las comunidades indígenas han sido fuertemente impactadas. Algunos han tenido que migrar a la capital en donde viven en los llamados cinturones de pobreza o han arriesgado la vida al emigrar a su país. Sin embargo, los que se han quedado y han alzado la voz no la han pasado mejor. Han sido criminalizados injustamente por defender sus derechos y cuando han hecho protestas pacíficas los han llamado hasta terroristas...
Nuestros ríos agonizan, nuestros recursos escasean, nuestra gente es encarcelada, muerta o desplazada y a pocos parece importarle. Para darle sólo un ejemplo, el año pasado aconteció un terrible desastre ecológico, social y ambiental, que afectó a las especies y los ecosistemas de la región de Sayaxché, departamento de El Petén, y también a pescadores y comunidades locales, usuarios del río llamado La Pasión, que fue contaminado con los residuos químicos de una empresa que siembra palma africana. Algunas personas enfermaron y muchos peces murieron. En algunos lugares es incluso peor -se denunciaba la semana pasada-, pues ya no hay fauna.
Así que viendo el impacto que ha tenido su discurso, creo que si un actor de Hollywood puede posicionar estos temas en el lente público con tan buena aceptación, cosa que no han logrado ni los científicos, sociólogos, investigadores, académicos y activistas, tendremos que recurrir a usted y rogarle al todopoderoso que gane más Oscars para que así talvez pueda enfocar el lente a otros temas que también tienen mucha importancia no sólo en Guatemala, sino que a nivel global.
Espero que no crea que lo que le cuento lo estoy inventando. Aunque le parezca ridículo, es verdad. Es lo que está pasando en esta época del posmodernismo en la que sólo la imagen, lo material y lo superficial es lo que deslumbra y mueve a las masas. Así que imagínese, usted con su cara bonita, su dinero y su fama, ¡cuánto podría hacer por el mundo!
Es increíble. ¿No le parece?
Atentamente,
Mariana Lara P.